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Mostrando entradas de marzo, 2015

El médico y yo

Salí dolorida, tirando de la pierna como pude. Estaba en la sala de espera a la hora convenida aunque me atendiera media hora más tarde (como parece que conviene...) Había optado por una discreta blusa de botones, de tal manera que solo tuviese que desabrocharme los justos y necesarios para ser auscultada. Llegó mi turno. Me levanté y ajusté mi ropa. Sin despegar su mirada de la pantalla del ordenador el médico me espetó un " buenos días qué le pasa" Le solté la lista de síntomas que había estructurado y ensayado mientras esperaba. "Qué la enfermera le pinche esto y tómese un comprimido cada ocho horas" me recomendó sin siquiera mirarme la cara. Me pincharon y volví a casa, asombrada de mi breve visita virtual...

El tranvía y yo

Me subo al tranvía. Veo medio asiento libre. El otro asiento y medio está ocupado por un chico de talla grande que ostenta de ello, o sea, que se muestra desperdigado  y bastante escarranchado, como con miedo a rozarse... Me siento en el breve espacio en el que no está. Ni se inmuta. Saco un pañuelito y lo uso, como si tuviese gripe. Me provoco tos insistente.  Me vuelvo a sonar. En un plis-plas ya tengo espacio suficiente para mi. Compruebo que le preocupa contagiarse de gripe, de una gripe que no tengo... Y me sonrío.